Es hora de entrar al mundo al revés, el mundo
del nuevo “Hollywood indie” con el que muchos han soñado y que Netflix está
convirtiendo en realidad.
A diferencia de las otras miles de adaptaciones de
libros de adolescentes clichés o relanzamientos de clásicos que han sido,
aparentemente, el 85% del contenido audiovisual realizado por las grandes
cadenas productoras de televisión y cine, Netflix ha venido a probar que su
“boom” en la industria del entretenimiento no solo se debe a su distribución de
títulos en línea. Sus “reboots” y trabajos nuevos han probado el éxito de esta
nueva marca mundial que rápidamente se vuelve tan parte de nosotros como lo fue
Blockbuster en sus tiempos de gloria.
Han logrado presentar constantes éxitos de
creativos audiovisuales de todo el mundo a la luz, permitiendo así una nueva
comunicación visual. Ya no dependemos de alguna que otra película Europea o de
cortometrajes más “underground” para poder ver historias más únicas, con
temáticas locas y con estéticas y edición mucho más experimental. Lo mejor de
todo esto: Netflix nos permite consumir muchas de esas locuras culturales a
nivel internacional; como ejemplos personales puedo mencionar Hibana, con
una narrativa algo confusa pero cotidiana que hace un muy buen uso de
movimientos y ángulos de cámara, y Ha vuelto, de la que escribiré para
la siguiente vez.
Pero ahora pasemos a hablar
del más reciente Hit de la historia de producciones originales de Netflix, una
serie que revive la década de los 80’s con su culto de lo sobrenatural, el
horror y la ciencia ficción:
Stranger Things,
presentada simplemente como una historia que comienza a partir de la
desaparición de un niño y la aparición de una niña telequinética y el mundo
oscuro de un monstruo sobrenatural.
Mi primera impresión al comenzar a verla fue: Estoy
viendo una combinación extraña de los primeros Nerd Gamers, la bibliografía de
Stephen King (que incluso llega a ser mencionado en un episodio) y un toque
Ender’s Game. La cultura pop de los ochentas fue obvia a primera vista, con
solo el hecho de poder reconocer el juego de mesa de Dungeons & Dragons
(por los monstruos, ya que solo jugué los Arcades). Y al ver los créditos
iniciales con el título, los libros de Stephen King y los Expedientes X
revivían en mi mente por completo. Lo mejor fue que, con todo y referencias, no
se sintió como un material reciclado de éxitos de la década.
Advierto que soy de los noventas, así que lo que aporte de mi perspectiva
personal de los ochentas e menos de vivencias y más de aprendizaje cultural e
investigación.
Mi emoción al ver el tablero de D&D y la
actuación de los niños recreando las escenas imaginarias de batalla como si fuera
un Final Fantasy en vida real tocó mi corazón Geek de inmediato.
Todo hace sentido al
saber que los hermanos Duffer, quienes crearon la historia, escriben los
guiones, producen y dirigen la serie, son devotos Geeks desde su infancia,
habiendo sido amantes de la ciencia ficción y el terror en los medios
audiovisuales y la literatura de los 80’s.
Aparte de Stranger
Things, los hermanos gemelos solo han tenido un proyecto propio, un thriller
post apocalíptico lanzado en el 2015 llamada Hidden, aunque también
escribieron tres episodios de Wayward Pines, la serie de M. Night
Shaymalan. (¡¿Aún lo dejan hacer algo?!)
Encontré un comentario de
uno de los hermanos que no podría ser más cierto: “Las películas del género de
terror son solo sobre un espectáculo hoy en día. Lo que amábamos de las
películas que vimos cuando niños era el gran trabajo que se hacía con los
personajes. Todo era acerca de un lugar donde lo ordinario se encuentra con lo
extraordinario.”
Los viejos tiempos~~.
Continuando con el tema…La paleta de colores, los
vestuarios y el casting me parecieron muy bien pensados y desarrollados. Las
facciones de los personajes, el diseño y “look” de los espacios y la iluminación de cada escena marcaron muy
bien cada emoción en el desarrollo de los personajes y cada punto de giro en la
narración. Claro que hubo momentos más pausados y tranquilos en medio de la
tensión creciente o los pequeños momentos ligeros y cómicos, pero el ritmo de
desarrollo de la narrativa fue, a mi parecer, muy bien manejado. Las pausas que
nos provocaban reflexión sobre las batallas internas de los personajes
coexistieron bien con los chistes ansiosos de época y las secuencias rápidas de
suspenso.
Las actuaciones traen a la vida de manera efectiva
a personalidades muy particulares y, en ciertas ocasiones, complejas y llenas
de secretos psicológicos muy oscuros. Es de esas series que le saca a uno esos
momentos en que le grita a la pantalla a personajes, una experiencia en la que
uno casi que vive dentro de la misma pantalla con ellos. Cada episodio
terminaba con suficiente suspenso como para convencerme de seguir viendo a
pesar de la hora, algo más complicado de lograr cuando la serie es gira
alrededor de puro suspenso. Debo reconocer sus méritos ya que, no importa la
presión social y las opiniones generales, soy alguien que si no le gusta el
primer episodio de una serie lo suficiente, simplemente no continúo viéndola.
No importa que me digan que en el episodio 12 se pone interesante. Para mí una
historia es buena de principio a fin.
Los diálogos no son nada del otro mundo en general,
pero sentí que es parte del efecto que tuvo la serie. Me recordó a lo que hace
Modern Family, conversaciones bastantes genuinas y comunes entrelazadas de
maneras algo sutiles con una buena utilización a referencias pop humorísticas.
Muy pocas líneas se sintieron forzadas, a pesar de que un par de veces Wynona
Ryder se pasó un poco falsa y forzada en su actuación de madre desesperada,
pero pasó tan poco y rápido que no es suficiente para condenarla, ya que casi
cada escena sí logró construir una personalidad fuerte detrás de toda la
tragedia.
El gran trabajo de dirección se nota en los detalles
que sirven como homenajes, unos más sutiles que otros, el gran comienzo de una
nueva generación de actores novatos que logran cautivar más que las estrellas
veteranas de la serie y al mostrar una historia original a pesar de utilizar
elementos conocidos y no deja de parecer
como si en verdad hubiese sido grabado en la época a la que representa.
Vemos una combinación clásica de bosques tétricos, sangrados de
nariz debido a esfuerzos mentales sobrenaturales, comunicación casi espiritual
de personas perdidas a través de dimensiones, teléfonos de pared con cables
espirales (yo aún tengo uno) con todo y la tenebrosa estática, paredes
“elásticas” que intentan ser atravesadas por manos y caras gritando (La Momia),
Mixtapes (Casettes en general) usados como regalos importantes que vinculan a
personas y situaciones con canciones compartidas, equipos de radio clásicos y enormes
y hasta televisores de cajón con antena y de 22 pulgadas siendo alabados por su
gran tamaño.
A todo esta realidad de época le aporta en gran
parte algo que me encantó desde el primer episodio: El audio.
Partes de los pecados que le he señalado al Hollywood
reciente es la edición de audio. Temen al silencio y saturan cada momento con
música exageradamente dramática y estridente, muchas veces contradiciéndole a
uno las emociones que queríamos sentir en un momento, o todo se vuelve sonidos
automatizados robóticos o explosiones.
Stranger Things hace un gran trabajo con el manejo
de la tensión con los sonidos. No deja de tener algún que otro momento obvio y
predecible por el mismo hecho de que se utilizan recursos de películas
conocidas, pero básicamente todo lo deja a uno como caminando en puntillas,
esperando. Silencios abruptos, sonidos agudos y constantes (como la película Gravedad),
sonidos como transiciones confusas de un grupo de personajes a otros mostrando
narración paralela y, algo que amé demasiado, música. Es increíble cómo tomaron
música que para muchos, incluyéndome, es clásica e icónica. No solo integraron
esas canciones de manera muy personal con personajes específicos, sino que la distorsionaron
y aplicaron efectos de estática y distintos volúmenes para mostrar distancias y
ser constantes y coherentes con la tensión y la imagen, como es el caso de la
canción más importante dentro de la serie: Should I Stay or Should I Go de
The Clash. A pesar de que nos parezcan decisiones obvias, el audio no
siempre es manejado con ese sentido común y orgánico que vuelve todo lo que
escuchamos en parte intrínseca de lo que vemos, a pesar de constituir el 50%
del producto final en video.
La canción de The Clash llega a ser un punto
importante de la historia, siendo la banda favorite de Jonathan, quien se la
muestra a su hermano cuando eran más pequeños y sus papás se gritaban en otra
parte de la casa. La canción simboliza la unión cercana que ellos tienen al
intentar lidiar con sus problemas familiares y personales juntos como mejores
amigos. La canción se vuelve parte de la comunicación entre ambos mundos,
sirviendo como punto de alivio como de terror en distintos momentos y mostrando
muy bien las dudas de los Byers en dudar si ante el peligro deben huir o enfrentarlo.
Bueno, Jonathan, como un muchacho de menos recursos
y una vida difícil, se inclina a música más rebelde como la de Joy Division,
pero logramos escuchar música más “cursi”, por así decirlo, de Corey Hart y New Order.
Los ochentas no solo se dejaron mostrar con
nostalgia de la industria del entretenimiento y aspectos tecnológicos. Vemos
referencias muy directas a la paranoia que vio nacer al género de ciencia
ficción moderno en Estados Unidos, la guerra fría, la época de conspiraciones y
desarrollo gubernamental acelerado. Por eso los Expedientes X se hacen notar.
Secuestros del gobierno, experimentos bizarros en personas para desarrollar
armas humanas y súper espías y pueblos pequeños que parecen estar intactos en
sueños de suburbios hasta que lo sobrenatural y los laboratorios secretos
comienzan a interferir en sus vidas sencillas, con todos creyendo que cualquier
evento fuera de lo normal se debe a los comunistas rusos.
La sociedad de “lavados de cerebros” muestra a
científicos misteriosos, los obsesivos seguidores del gobierno, los afectados
por el gobierno que desconfían en todos y al más grande personaje de esta
historia: 11.
Cuando el niño de 12 años, Will Byers, desaparece
camino a casa luego se su partida de juegos, él es secuestrado por una criatura
misteriosa y, en cambio, huyendo del sector secreto del gobierno, aparece
Eleven, una niña con el pelo al ras de la cabeza, aspecto andrógeno y grandes
dificultades de habla debido a el aislamiento y la tortura impuesta en ella por
años. Esta niña con telequinesis es encontrada por los 3 amigos de Will: Mike,
Dustin y Lucas.
Este grupo manejó una muy buena química con Mike
siendo un líder que desarrolla su valentía y determinación debido a su lealtad
hacia sus amigos y, en parte, por esos sentimientos encontrados con su nuevo y
creciente amor por la niña casi muda. Millie Bobby Brown, quien hace de Eleven,
logró reflejar una vida llena de miseria, deseos de afecto, rencor y pánico
casi solo utilizando lenguaje corporal y una mirada profunda. Dice muy pocas
palabras en la serie, pero también las dice de una manera en que cada una llega
a tener gran importancia y significado. También provoca mucha empatía verla
descubrir el mundo exterior y siendo maravilladas por los detalles cotidianos
como la tele, las cajas musicales, su apariencia con un vestido y pelo largo y
los Eggo Waffles (su obsesión). Por otro lado, Dustin resulta ser un personaje
único al ser el más cómico y adorable de los niños, pero a la vez siendo la
mente detrás de la armonía y el trabajo en equipo que mantiene al grupo vivo.
Este giro al personaje “light” me pareció muy apropiado, ya que bien se sabe
que un líder no siempre logra mantener la cabeza fuera del agua y menos si su
mejor amigo le causa algunos problemas. Lucas, el mejor amigo de Mike, es un
muchacho de carácter fuerte que no confía en Eleven debido a su obvia
apariencia y comportamiento sospechoso y su comunicación confusa (y por los
celos que le provoca que Mike la esté poniendo como prioridad durante casi toda
su aventura). Lucas es uno de los personajes que menos me agradó; entiendo que
a esa edad suceda esa rivalidad entre nerd enamorado y mejor amigo que solo
quiere que todo se mantenga como siempre. A pesar de eso, hubo momentos en que
me pareció que su necedad se llevó muy lejos y solo consiguió enojarme.
También tenemos otro set de personajes sorpresivos.
Comenzaré con el veterano, David Harbour, también de “The Newsroom”, que hace
el papel del jefe Jim Hopper, el Sheriff que ha cuidado un pueblo sin crímenes verdaderos
por años, bebe mucho y tiene una actitud demasiado casual y sin preocupaciones.
Lo primero que lo hace pensar a uno es que él no va
a llegar a nada y va a ser un estorbo. Sin embargo, a medida que la historia
avanza, se revela un pasado trágico con su única hija habiendo muerto de
pequeña por un cáncer y su matrimonio cayendo en pedazos poco después por sus
adicciones. Su verdadera personalidad, un carácter fuerte y determinado que
persigue la verdadera justicia sin importar las consecuencias y los sacrificios
se desarrollan a un buen tiempo, sin dejar deseando por más pero sin darlo todo
de una sola vez. Su astucia me atrapó, por lo que considero que es el mejor
papel adulto de la serie.
Cierro mis opiniones de personajes con 4
adolescentes especiales. Primero, Nancy, la hermana de Mike, que presenta una
grata sorpresa y un buen giro a la historia. Esta muchacha es la alumna
perfecta con un buen corazón que, lamentablemente, cae de gracia al enamorarse
del chico malo de la escuela y querer fingir una nueva identidad rebelde para
ser popular. Junto a ella está otro personaje interesante, su mejor amiga Barb,
a la que no le importa la popularidad sino continuar con su tranquila vida.
Esto no es tan fácil de lograr cuando quiere proteger a la terca de Nancy que
está detrás de Steve Harrington, su novio rico y arrogante que ha vivido
haciendo lo que quiere. Cuando Nancy decide quedarse en la casa de Steve luego
de una fiesta y contradiciendo los ruegos de Barb por no cambiar a ser alguien
que no era, nos encontramos con una escena icónica y, en lo personal, la mejor
lograda en la serie.
La experiencia fue especialmente tensa para
mí, con la incomodidad de estar pendiente de apagar la tele teniendo a mi
hermana menor al par mientras todo pasaba. Vemos a Nancy y Steve en su cuarto,
luego a Barb sentada en el borde de la piscina con una mano cortada y el
sentimiento de traición viendo ocasionalmente a la ventana de Steve y otra
perspectiva, la de Jonathan Byers, que salió de noche con su cámara a buscar pistas
y rastros de su hermano desaparecido en el bosque. Durante la fiesta él llega
accidentalmente al borde del bosque que mira hacia el patio de Steve y toma
fotos del grupo. Mientras este ciclo de turnos entre perspectivas transcurre
vemos como a Jonathan se le acaba el rollo, luego de tomarle una foto de Barb
sentada sola , en los segundos que baja su cabeza para cambiar el rollo, Barb
es atacada y desaparece sin que Jonathan haya visto nada. Lo que prosigue son
cortes incómodos del momento traslapado: Nancy perdiendo su virginidad mientras
Barb, en una versión oscura, pegajosa y tétrica (como el mundo de Alien)
del patio de Steve grita por la ayuda de su amiga mientras intenta huir de un
monstruo que finalmente logra llevársela con él. Súmenle a eso el hecho de que
durante todo esto pueden escuchar la clásica canción de Foreigner, Waiting
for a Girl Like You. Simplemente contradictorio y perturbador – pero
perfecto.
La cruel ironía del momento es parte de lo que
logran hacer que un personaje secundario como el de Barb llegue a ser extrañado
y querido, mientras hace que Nancy y Steve se vuelvan algo más que odiados.
Sorpresivamente, Nancy, Steve y Jonathan llegan a
cambiar y crecer mucho en apenas 5 episodios. Debido al desaparecimiento de
Barb, Nancy se revierte en una buena chica y mejor amiga por unos momentos,
antes de mostrar a una muchacha de personalidad fuerte que se enfrenta a lo
sobrenatural con mucha valentía y con más actitud de lo que cualquiera pudo
haber esperado de ella. Jonathan logra mostrar tanto su lado familiar y
romántico más sensible, contrastándolo con la determinación ciega y algo
peligrosa de su instinto de proteger a quienes le importan. Y pos su parte,
Steve pasa de ser el típico imbécil con complejos de superioridad a un muchacho
que descubre, luego de una larga línea de muchachas a quienes solo a usado, un
amor verdadero y algo fuerte por Nancy.
Esta historia realizada sobre épocas más simples
cuando los niños eran libres y no habían redes sociales logró, exitosamente,
alcanzar y encantar a todo tipo de públicos en estos tiempos en que lograr
crear entretenimiento más generalizado e impactante es mucho más difícil. No es
una historia de terror extrema, es más un suspenso tétrico que es fácil de
disfrutar por personas de 13 en adelante, con algún que otro susto gracias al
audio y la edición, pero nos lleva de regreso a historias sencillas pero bien
trabajadas sobre héroes, villanos y monstruos como las que mirábamos de niños.
A pesar de ello logra ser memorable por la conexión emocional que crea Eleven,
uno de los mejores ejemplos de buen desarrollo de personajes que he visto en
una serie que no es de comedia en un buen tiempo (hablando de actuaciones más
hollywoodenses).
Logra tocar temas cotidianos muy serios que me
lograron impactar de manera más personal con el desarrollo del dolor y
sufrimiento de adultos y niños en sus vidas personales y pasados difíciles, más
que nada en aspectos familiares y sociales que entran en conflicto con la
identidad y el comportamiento de personajes, como lo muestran los recuerdos
intermitentes de vulnerabilidad, daño psicológico y físico acompañados por la
acción que lleva a cambios y a momentos de liberación en que se logran abrir a
ellos mismos y aceptar el pasado para crear un mejor futuro en ellos mismos.
Esto se nota incluso en personajes secundarios más casuales, donde vemos
corrupción, humor negro y diálogos fuertes.
La verdad es que, entre todo, esto no solo es una serie de terror y
ciencia ficción, es sobre vidas normales y la lucha diaria volviéndose más
compleja cuando lo extraordinario entra en el juego.
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