Esta película es una de las grandes
sorpresas que el cine europeo nos ha podido brindar. The Lives of Others es un
largometraje alemán del 2006 que marca el debut del director Florian Henckel
von Donnersmarcks. Ese mismo año, la película ganó el Óscar por Mejor película
de idioma extranjero, aparte de otros 7 premios en Alemania. Después de 17 de
la caída del muro de Berlín, esta historia es el primer drama notorio que toca
el tema de Alemania del Este y el Muro de Berlín después de comedias como
Goodbye, Lenin! Y Sonnennalle.
Una breve sinopsis: el agente de la Stasi
(Seguridad del Estado que actúan como policías secretos para el régimen
comunista), Capitán Gerd Wiesler, tiene el deber de espiar al escritor de
teatro Georg Dreyman y a su amante Christa-Maria Sieland, bajo la sospecha de
ser revolucionarios que apoyan a Alemania del Oeste.
Este docudrama que nos muestra vidas
de personajes que, aunque no fueron reales específicamente, en verdad logran
encarnar momentos y sentimientos que muchos alemanes pasaron, ya sea como
espectadores de las artes y los medios (notando la limitación de los mismos), o
como víctimas del gobierno tanto como sus abusos, como en el caso de Christa
que es víctima de abuso, o como personas atrapadas por la Stasi. Ese terror que
nos hace vivir esta película, lamentablemente, sigue siendo algo bastante real
y latente para esta nación.
Wiesler dibujando el plano del apartamento
de Dreyman.
Ministerio de Seguridad Estatal, Stasi
Según referencias que fueron escritas en
reseñas sobre la película, los alemanes que vivieron en el régimen comunista en
Alemania Oriental comentaban sobre la exactitud del escenario, en primer lugar,
al hacer notar la monotonía total de los edificios, la ropa y los autos. Los
espacios y objetos son bastante geométricos, más que nada, cuadrados o
rectángulos y los colores a través de toda la película son neutros y opacos aún
en la luz. Las texturas en general son bastante lisas y parejas, las cuales
siguen denotando este ambiente de perfección y unidad entre los elementos. A
pesar de ello, los edificios, con sus tonalidades grises oscuras, ayudan a dar
la sensación áspera al concreto y los colores en sí hacen que la escenografía
refleje la frialdad y lo sombrío de la situación social en el lugar.
|
Edificios de Alemania Oriental, residencia de Dreyman en la película. |
|
Foto de un espía Stasi trabajando (igual que Wiesler). |
Alguna vez en mi clase de alemán, mi
profesor, que es de Frankfurt, nos explicó sobre este miedo permanente que
invade a la mayoría de las personas; la secuela de la guerra sigue
lastimándolos. Esta discusión surgió luego de ver esta película (era la primera
vez que la miraba) y Der Untergang (Downfall), una película que trata de los
últimos días de Hitler encerrado en su bunker antes de que los rusos lo
atacaran. Esa película, basada en el testimonio de la secretaria de Hitler,
quien es representada en la película, nos muestra el “razonamiento” de los
Nazis pero, a pesar de mostrarnos una faceta más sensible de ellos, sus pecados
horrorizan. Esta visión a sus vidas explica lo retorcido del pensamiento de los
miembros de la Stasi en The Lives of Others. Y sabiéndolo, comprendo la
reacción de las personas que sospechan/saben que aunque la Stasi fue disuelta
oficialmente en 1990, muchos fanáticos de Hitler o del comunismo ruso siguen
sueltos, algunos con permiso, y podrían hacer atentados contra inocentes por
sus creencias. El profesor explicó que la mayoría sospecho que los Neonazis en
verdad mantienen a la Stasi funcionando. Después de ver los métodos maltrato y
espionaje por los que sufrieron tantos, como se muestra en la película con los
entrenamientos y las prisiones de la Stasi y con sus archivos, la desconfianza
que tienen de algunos otros es comprensible. Y el dolor no se va. Otra
profesora de alemán en la Academia Europea una vez nos explicó por qué hablaba
ligeramente distinto a los demás. Nos contó que ella era la única de entre los
profesores que venía de la DDR (Alemania del Este) y que ella vivió la caída de
Berlín estando muy pequeña. No vivió el pánico que sus papás debieron haber
vivido, pero si sufrió la difícil transición que aún es la de toda esa zona acoplándose
al resto de la nación. Dijo que no sólo su jerga y su pronunciación fue
afectada por el aislamiento; aún muchos de los edificios y la tecnología que
poseen (incluyendo los autos) se mantienen como malos recuerdos en las
ciudades. Los alemanes del oeste son, en general, bastante simpáticos y tratan
de brindar apoyo o ayuda o son comprensibles. Pero ella dice que adaptarse a
ellos es algo difícil, porque sus realidades han sido bastante diferentes.
Resentimiento y cautela son parte de lo que han sentido combinado con su
alegría por su merecida libertad. Estas situaciones han afectado a la política,
ya que la historia de Alemania, desde la primera guerra, ha sufrido altibajos
extremos en ese sentido.
Interiores reales de la prisión de la Stasi
dentro del Ministerio de Seguridad Estatal; la prisión usada en la película se
ve idéntica a pesar de no haber usado este edificio en la grabación debido a no
haber obtenido los permisos.
Y a pesar de que no podemos ponernos
en sus zapatos y compartir todo su dolor lo comprendemos y sentimos que
queremos hacer algo para ayudarles. Esto es algo tangible al ver cómo se
desarrollan los personajes principales en esta historia ficticia. Y es
interesante como el tipo de narrativa de la película que nos pone en tercera
persona, como simples espectadores que en verdad somos, aún así logra
sumergirnos en esta historia paralela (nos muestra las historias de distintos
personajes que en realidad suceden al mismo tiempo). Aunque muchos no toleremos
la depresión y el enojo que provoca ver películas que traten de guerras u otras
situaciones reales o basadas en la realidad que tienen conflictos tan fuertes,
simplemente son cultura general que al final del día valen la pena.
Camión ruso de la época usado en Alemania
Oriental por la Stasi.
|
Wiesler espiando a Dreyman en la obra. |
La narrativa de paralelismo (que se
refiere a que nos muestra distintas historias o distintas perspectivas que de
alguna manera se conectan) que se logra con la edición es bastante ordenada y
cronológica. En ningún momento perdemos el hilo de lo que sucede ni el orden de
los eventos, a pesar de constantemente cambiar de perspectivas para observar a
los personajes, ya sea Christa-Maria, Dreyman, Grubtiz o Wiesler. La manera en
que el director y el editor lograron unir sus historias con brillantes
transiciones en las que se traslapan las experiencias individuales de cada uno
está muy bien lograda. Desde el comienzo vemos esta fluidez cuando Wiesler da
su clase sobre interrogatorios y llega Grubitz para invitarlo a ver la obra de
Dreyman, a la que va el ministro Hempf por interesar en Christa, que es la
estrella. Así vemos como la perspectiva de Wiesler luego pasa a la de Dreyman
en una fiesta y luego a la de Christa para poder enterarnos de su significante conversación
con Hempf durante esta reunión. Y así trascurre en toda la película que eventos que se traslapan cronológicamente nos permiten cambiar de personajes de una manera muy fácil
de identificar en
las escenas más significativas.
|
Christa actuando en la obra de Dreyman. |
Son cambios hechos de manera ideal,
manteniendo un ritmo moderado en el flujo de la narración y permitiéndonos
conectarnos con los personajes a través de sus perspectivas así como
manteniéndonos enterado de los más importante que pasa con cada uno en el
momento que pasa para que conozcamos bien el contexto de su situación concreta
y cómo influyen todos los personajes en la vida de los otros (siendo también
ese un racional perfecto para el título de la película y su estilo). El
realismo de la película y ese paralelismo son dos de los elementos que más
hacen que esta película me guste tanto que la puedo ver más de una vez (algo
que pocas “live-actions” logran conmigo).
En cuanto a la producción de esta
película, a pesar de la falta de tomas fuera de lo común, nos adentra en la historia
y nos conmueve al punto en que compartimos los sentimientos de los personajes. Muchas
personas buscan cosas sorprendentes y extravagantes cuando se refiere a lo
visual en una película. Pero no todo se trata de efectos especiales y puntos de
vista exagerados, especialmente cuando se trata de una historia honesta y
realista que trata un tema tan serio, sombrío y algo secreto en sus recovecos.
Este film no es más ni es menos por su falta de una técnica de cámara compleja,
sino por lo que significa para el mundo. Hablando sobre las perspectivas, los
encuadres y los movimientos de cámara se percibe una sencillez ya que se
enfocan en el personaje o sus alrededores, con pocas ocasiones en que la
locación resalta; unas excepciones a esta importancia de la escenografía son la
escena en que un oficial de la Stasi hace dice chiste sobre un poderoso
político frente a Wiesler y a Grubitz (un teniente, obviamente de rango
superior a los demás en el área de comedor en el que se encontraban) ya que
muestra la reacción de las otras personas en la cafetería, un escena en un bar
en el que Wiesler se encuentra con Christa puesto que el lugar refuerza la
desesperación de Christa y hace que el encuentro con ella de parte de Wiesler
sea aún más impactante para él y, finalmente, las escenas en que María sale de
la toma mientras se baña luego de su encuentro con el Ministro Hempf (quien
abusa de ella debido a su rango y el poder que tiene sobre la vida de todos) y en la que se baña luego de haber llegado de
su encarcelamiento porque el baño ayuda a representar su acción de “lavarse de
la suciedad de su alma”.
Escena del chiste en la
cafetería. Escena en
el bar/restaurante.
Christa con miedo luego de su encuentro con
Hempf.
Los encuadres tienden a mostrar lo netamente
necesario, personajes, objetos claves y muestran la locación de manera bastante
breve para poder tener una imagen de en
donde se encuentran sin darle mucha importancia a la locación en sí. La cámara
tiende a estar estática, cambiando de un tercer punto de vista y el punto de
vista que tendría Wiesler, a menos que siga a un carro o haga dolly in o dolly
out ligeramente para ayudar a transiciones de traslados de los personajes de un
lugar a otro. Algunos críticos consideran que la sencillez lo relacionado a la
cámara intensifica el ambiente de la película, ya que no destaca mucho y se
mantiene en balance, mostrando simplemente lo necesario y nada más. Piensan que
esta simplicidad se mezcla con “el silencio de la Alemania Oriental”. Al pensar
en este comentario, reflexioné en que hubo una toma con tilt hacia abajo que
tiene bastante peso a pesar de ser breve y es en la que se muestra como
desciende el ataúd de Jerska, el hombre a quien Dreyman admiraba más en su
vida. Se podría interpretar como si fuese su punto de vista o mostrando la
magnitud que tiene ese evento en la vida de Dreyman y en el desarrollo de la
película.
El buscar hacer la película tan sencilla
y realista posible, sin caer en el género de realismo, sigue mostrándose en el
aspecto del sonido. Obviamente, por la naturaleza de la acción, no tenemos un
uso de efectos de sonido fuera de lo común, simplemente se usan los sonidos
incidentales de los objetos usados, especialmente los de las máquinas de
escribir que tanto se usan en la historia. La música incidental es escasamente
usada y no tiene una función en verdad útil, se coloca más como rellenos de
silencio en momentos de movimiento, como cuando caminan en silencio) o en tomas
algo largas en que los personajes solo están pensando. La música si ambienta en
la época (suena viejita y ochentera) o en momentos de suspenso, pero no cumple
más que es función narrativa en cuanto a la época, ni siquiera aporta a los
sentimientos de manera tan impactante.
Algo que si aporta bastante a la
narrativa es la música incluída en las obras de Dreyman, quien inicialmente
planteaba dramas que pasaban de ser tragedias victimizando a sus personajes en
las fábricas comunistas y en el arduo contexto tan exigente y luego hacía que
sus personajes sufrieran cambios por revelaciones que les permitían “valorar la
maravilla” que era el régimen y lo felices que podían ser en él. Ya en el caso
de su segunda obra, sirve para reflejar exactamente su amor por Christa y es su
propia interpretación del ángel que fue ella en la vida de él al tratar de
protegerlos a todos y luego sintiendo tanto remordimiento que dio su vida. El
dolor por su muerte es bastante claro en esos momentos en que la obra lo hace
llorar por ella.
Un dato interesante es que Henckel
tuvo la idea de crear la película, al tratar de crear un argumento para una
clase de cine, al escuchar música y recordar que Maxim Gorky decía que la
canción favorita de Lenin era Appassionata de Beethoven (Piano Sonata No. 23).
Lenin dijo, “Pero no puedo escuchar música seguido, afecta a mis nervios, me
hace querer decir cosas dulces y dar palmadas a las cabezas de las personas
que, viviendo en un inmundo infierno, pueden crear tal belleza. Pero hoy no
debemos dar palmadas en la cabeza a nadie o conseguiremos que nos arranquen las
manos de una mordida; tenemos que golpearlos duro en las cabezas, golpearlos
sin piedad, aunque idealmente estamos en contra de cometer cualquier violencia
hacia la gente. ¡Hm-hm—es un cargo infernalmente difícil!”
En la vida
real, muchas veces logramos comunicarnos en códigos o únicos o universales como
gestos y miradas, incluso los estudios psicológicos del comportamiento humano
toman en serio la kinésica, como se muestra en la popular serie Lie to Me.
Estos detalles realistas los aprovecha muy bien el director, más aún con tomas
de acercamientos a las manos del interrogado y a los rostros. A pesar de que
había dicho que el lenguaje de cámara no es nada del otro mundo, en verdad no
fue necesario. Él en verdad creó un balance comunicativo entre actor (en cuanto
a diálogo y lenguaje corporal), escenografía, iluminación y lenguaje de cámara.
Se siente todo de manera fuerte y se siente real.
Claro
que, también nos otorga diálogos tan ticos en filosofía que nos hacen
reflexionar y, sin embargo, no se sienten como filosofías irrealmente
exageradas o forzadas, realmente es creíble lo que piensa, siente y dice cada
personaje.
Wiesler
Sinceramente, la escenografía, con
sus colores y texturas, la iluminación y los personajes son los aspectos
visuales que más se destacan y son los ligan a la historia de manera personal.
La iluminación es bastante curiosa. La escenografía ayuda a brindar al ambiente
el sentimiento apagado y monótono de no solo los lugares y los objetos, sino
también de los personajes. Las texturas de la ropa de los Stasi contrastan un
poco con el de los demás, siendo algo más ásperas, con más tonalidades grises y
dando una sensación de mayor rigurosidad, como si sus mismos trajes los encarcelaran,
mostrando así la rigidez de su propio ser. Y los sombrío del ambiente no es lo
único real en la historia. La iluminación y caracterización contribuyen en gran
parte en hacernos sentir que vivimos esa historia, a pesar de no pertenecer a
la época y mucho menos el continente, para empezar.
La película lo atrapa a uno desde el comienzo,
ambientándolo en la situación social de manera no solo física, sino también
psicológicamente de una manera fuerte e impactante que despierta el interés y
el suspenso. La historia comienza con un interrogatorio en un centro de
detención de la Stasi, que hoy día sigue siendo famoso y es un museo sobre
ellos y sus métodos.
Es genial como se logra un perfecto
manejo de la tensión jugando entre el audio y la imagen dentro de la misma
película, ya que, aunque los alumnos no pueden ver al interrogado, su propia
manera de hablar, sus jadeos y quejas, su manera de lentamente sonar más
aletargado y agotado lo perciben bastante bien, llevando a ese alumno a decir
que era un trato inhumano. El contraste entre lo que ellos perciben y lo que
uno ve, tanto en el interrogado y lo que es forzado a pasar como la actitud, las
expresiones (o más bien la falta de ellas) y el hablar del interrogador, el
Capitán Wiesler, nos traen aún más profundamente a la cruel y tortuosa realidad
de la situación. A pesar de que el gobierno diga que vela por todos y que todos
son iguales, a los culpables los tratan como simples pedazos de carne de los
cuales se desharán pronto. Más horroroso es para uno e saber que esto se basa
en realidades pasadas, no específicas, pero la mayoría de los alemanes vivió
con el miedo de la Stasi por saber lo que hacían ya sea de boca a boca o por
experiencia personal.
El papel de Ulrich Mühe, quien interpreta
al personaje principal, el capitán de la Stasi, Gerd Wiesler me provocó miedo
desde el comienzo de la película por su frialdad completa y como hablaba de las
personas como si fueran un pedazo de carne más que obstaculizaba su deber. Sus
facciones son perfectas para el papel, y me atrevo a decir, que incluso su
calvicie. En su papel como fiel a la Stasi, mantenía su quijada apretada con
tensión y firmeza; sus ojos penetrantes, fríos y calculadores que juzgan a
todos alrededor sin la más mínima compasión. Otro detalle bastante notorio de
él es su manera de vestir. En la película notamos que no hay un uniforme
definido en la Stasi, a pesar de que todos comparten su apariencia pulcra ante
todos, pero Wiesler mantiene su vestimenta completamente gris cubriéndolo
completamente. Incluso, hay una toma en la que se le ve subiendo aún más el
cierre de la chaqueta que le cubre hasta el cuello. Quien lo ve, percibe obviamente
su manera de pensar metódica y peligrosa. En general, las escenas están
iluminadas con luces algo tenues pero siguen permitiendo la visibilidad de todo
el espacio y crean sombras sutiles que no limitan la visibilidad de los rasgos
faciales; aún las tomas diurnas tienen una luz que haría pensar que el cielo
está nublado siempre. Pero la iluminación de Wiesler es única y simboliza sus
actitudes y acciones en la historia. Desde el inicio de la película hasta su
conversión, él siempre tiene luces fuertes brillando a un lado de su cara y
sombras intensas del otro que acentúan su extremidad de pensamiento, su
frialdad y su manera meticulosa y calculadora para tratar con las personas.
Esto lo destaca como personaje principal antagónico ya que los ambientes y los
otros personajes si mantienen las luces y sombras tenues en toda la historia.
Me gusta mucho como en su cara se nota el conflicto que tiene entre seguir sus
órdenes y proteger a los artistas a quienes espía la iluminación utilizada en
él se vuelve igual a la de los demás, así denotando su nueva bondad y
compasión; esta transformación también ocurre con un travel largo en el que
básicamente nos presentan la transición obvia con lenguaje de cámara, las luces
y su rostro adolorido.
La escena
más sentimental, en mi opinión, es en la que toca Sonate vom Guten Menchen en
el piano, no solo para él y para Christa, sino también para Wiesler ya que
marcó el punto de giro en la historia por el cambio de actitudes de los
personajes. Su expresión que muestra la completa epifanía y compasión que
experimenta al leer el libro de Alemania Occidental de Dreyman y al escucharlo tocar
la sonata en su depresión por el suicidio de Jerska. Al terminar de tocar la Sonata de las Buenas
Personas, Dreyman dice algo que hace directa referencia a la cita de Lenin que
inspiró a Henckel a escribir el guion de la película; dice que la Sonata
termina significando tanto como que fue escrita por ellos y que se trata de
ellos (traducción correcta a diferencia de la de inglés: Sonata for a Good
Man). Lo que él dice en la película es: “¿Tú sabes qué dijo Lenin de la
Appassionata de Beethoven? “Si sigo escuchándola, no terminaré la revolución.”
¿Puede alguien que ha escuchado esta música, me refiero a realmente escucharla,
en verdad ser una mala persona?” Por eso es algo doloroso pero tranquilizante
la siguiente escena en que Wiesler se encuentro con un niño pequeño en el
elevador del edificio donde vive:
“¿En verdad está con la
Stasi?”
“¿Siquiera sabes qué es la
Stasi?”
“Sí. Son hombres malos que
meten a la gente en la prisión, dice mi papá.”
“Ya veo. ¿Cuál es el nombre
de tu…”
“¿Mi qué?”
“¡Pelota! ¿Cuál es el nombre
de tu pelota?”
“¡Usted es chistoso! Las
pelotas no tienen nombres.”
Dreyman tocando Sonate vom Guten Menschen
Este cambio obvio que se ve al ver a
Wiesler luchar contra sus instintos por su nueva conciencia es interesante,
especialmente cuando se notan en sus expresiones los cambios repentinos y
rápidos que pasan por su mente al pensar dos veces antes de hacer cualquier
cosa.
Aquí mismo hacen referencia al poder
expresivo de la canción en la historia y en cuanto a los personajes; es la
única, aparte de las canciones en las obras teatrales, que funciona como
diegética (pieza musical que ayuda en la narrativa de la historia y de la que
están conscientes los personajes). La pieza “Sonate vom Guten Menschen” es
original y creada especialmente para la película. Esta no sólo sirve de una
referencia comparativa en cuanto a Lenin y Appassionata (una canción tan alegre
para una persona con pensamientos tan rígidamente extremistas, injustos y algo
crueles) contra la Sonata, tan deprimente y lúgubre como los últimos momentos
de Jerska, el sentimiento de los oprimidos y el luto de Dreyman, quienes
sufrieron tanto a pesar de tener de las mejores intenciones en la vida y ser,
en verdad, buenas personas. Esta ironía, que a la vez es tan real, impacta
tanto a la audiencia como impacta a Wiesler, quien finalmente cae convencido de
que Dreyman y Christa son víctimas de una realidad oscura que él no entendía
previamente. Este resulta ser el primer punto de giro de la historia que define
el desenlace de la historia ya que empuja a Wiesler a la conversión para poder
salvar a la pareja (por ser su primer contacto directo con el sufrimiento de la
gente) que a su vez, por la muerte de Jerska y por vivir aún más directamente
la opresión, se ve sufriendo abusos del gobierno por contradecirle. Christa, al
negar a Hempf, lo enoja al punto en que pide que la aprisionen y Dreyman, por
publicar un artículo tan liberal, es amenazado e investigado con más esfuerzo.
Es genial ver como una sola canción desata tantos eventos icónicos, impactantes
y emotivos que simplemente nos ponen de luto junto con los personajes. Esa
pieza original me parece brillante y considero que es el alma de la película.
Sin ella, la emotividad no hubiera sido tan intensa, ni se hubiera podido
representar de manera tan directa pero metafórica la rebelión de los
personajes. La magia del guión de esta
obra recae en el balance de la expresión que recae tanto en las palabras como
sus cuerpos. Hay tantos momentos de silencias y solo miradas, o incluso la
escena clave en que Dreyman toca el piano. Aún antes de que él hablara sobre
Lenin entendíamos qué pasaba por la mente de él, de Christa y de Wiesler, y esto es bastante realista.
Wiesler leyendo un libro occidental de Dreyman.
Conversión definitiva de Wiesler.
Su aspecto también dice mucho de Wiesler,
con sus ropas grises que lo cubren completamente, una cara de piedra al ser
fiel a la Stasi y una cara de dolor y remordimiento cuando desea ayudar a los
artistas, y su calvicie. Incluso su manera de moverse, tan tiesa al inicio y
luego forzada y vacilante. A través de la película, él se mantiene en rincones
oscuros al cumplir su trabajo, pero esas luces directas que lo hacen destacar
aún entre ellas tanto como personaje principal como su carácter único en que en
verdad lucha de entre las sombras del pensamiento comunista y la luz de la
revolución nacionalista. El papel de Wiesler es lo mejor de toda la película
porque es el más humano entre todos ellos, con sus cambios radicales, su
vulnerabilidad al pecado, su indiferencia y frialdad hacia los ciudadanos
comunes y su lucha para salvar a quienes alguna vez fueron sus enemigos.
Ulrich Mühe ganó el premio de oro por
Mejor Actor Principal de los German Film Awards y el de Mejor Actor en los
European Film Awards. La vida del mismo Mühe se ve reflejaba en la película.
Mühe trabajó como guardia del Muro de Berlín al haberse graduado del colegio,
pero debido a unas úlceras en su estómago, causadas por estrés, se tuvo que
retirar y entró al mundo del teatro, convirtiéndose en estrella en el Teatro
Alemán de Alemania Oriental. Mühe una vez dijo: “El teatro era el único lugar
en Alemania Oriental donde no se les mentía a las personas. Para nosotros los
actores era una isla. Nos podíamos atrever a criticar.” Denunciaba al régimen
comunista en demostraciones y charlas, aún después de la caída del muro. Estas
posturas se muestran en los poetas de la película y hace aún más realista la
historia.
El papel de Martina Gedeck, quien
interpretó a Christa-Maria, es el otro que resalta en la historia. El aspecto
de Christa que se nota obviamente agobiada y enferma desde un inicio. A pesar
de ser aclamada como la mujer más hermosa, las ojeras bajo sus ojos y su
expresión arrogante muestran plenamente los infortunios a los que teme tanto.
Siempre camina de manera soberbia e intenta actuar de esa manera confiada ante
cada situación, pero el abuso y la culpa la vuelven vulnerable, más no leal a
ningún lado. Su miseria y su conflicto interno son completamente creíbles,
desde su maquillaje, creándole las ojeras que reflejan su dependencia a sus
medicamentos ilegales y las violaciones que debe sufrir por parte de Hempf,
hasta sus abrigos lujosos y su actitud altiva con los que intenta cubrir su
inseguridad y su sufrimiento. La vulnerabilidad y la desesperación en el
personaje siempre son reales, cuando Hempf la obliga a aguantar sus abusos,
cuando trata de lavar su “suciedad” y busca paz en Dreyman al llorar y
confesarle que a pesar que intentaría cubrir sus crímenes sería capaz de
traicionarlo y cuando confesa y se ve como intenta parecer indiferente pero
luego cae en la depresión al darse cuenta de la gravedad de sus acciones que la
llevan al suicidio y finalmente a la paz. Su personaje muestra de manera
interesante y dramática los conflictos por los que podía pasar una mujer en
esos momentos sin poder saber si salvarse a sí misma o salvar a quienes le
importan. Ella también contrasta bastante con los personajes y el ambiente con
sus vestidos y trajes llamativos cuando está en eventos sociales, tratando de
ignorar la situación y vivir en un estado irreal en el que el mundo está bien.
Ella sufre más que solo los problemas que crea el régimen sobre todos, también
debe sufrir de manera directa el abuso sexual de Hempf, quien tiene todo el
poder de deshacerse de ella y sus conocidos y también tener que sufrir la
pérdida del arte a su alrededor, que pierde cada vez más personas. Al haber
sido amenazada a perder su trabajo como actriz y así su libertad de ponerse
otra piel y olvidar los conflictos para poder expresarse, se desespera y se
vuelve más mortal que nunca, traicionando a su novio y suicidándose al final
por la carga de vivir con el mundo y ella misma. Su personaje conmueve y crea
al mismo tiempo odio y desesperación, aunque si lo pensamos bien ¿habríamos
hecho algo distinto o habríamos permitido que otros sufrieran por nuestro bien?
Interrogatorio
de Christa (Grubitz la observa por la ventana).
Martina Gedeck
se luce espcialmente en dos escenas:
Dreyman quien dice,
“Solía temerle a solo dos cosas; estar solo y no poder escribir. Desde la
muerte de Albert [Jerska], no me importa escribir o las otras personas. De todo
lo que tengo miedo es perderte.” Más adelante sigue tratando de convencer a
Christa de su amor y de que se aleje de Hempf diciéndole que no lo necesita.
Eso lleva al siguiente diálogo:
“¿No? ¿No lo necesito? ¿No
necesito a todo este sistema? ¿Qué hay de ti? Entonces tú tampoco lo necesitas.
O lo necesitas aún menos. Pero tú también vas a la cama con ellos. ¿Por qué lo
haces? Porque ellos también te pueden destruir, a pesar de tu talento y tu fe.
Porque pueden decidir qué jugamos, quién va a actuar y quien puede dirigir. No
quieres terminar como Jerska y yo tampoco.”
Así que vemos como Wiesler y
Dreyman crecen luego de la muerte de Jerska y Christa no lo hace aún, sino que
se deja llevar por el miedo y la inseguridad tal como está hecha la personalidad
de ella; vana y superficial a la que solo le importa como piensen de ella y
como la perciban.
Un cambio ligero sucede justo
a después de eso cuando Wiesler le habla en un restaurante/bar.
“¿Nos conocemos?”
“Usted no me conoce, pero yo
la conozco. Muchos la aman por quien es.”
“Los actores nunca “son
quienes son”.”
“Tú sí. Te he visto en el
escenario. Era más quien en realidad es…de lo que es ahora.”
“Entonces sabes cómo soy.”
“Soy su audiencia.”
“Me tengo que ir.”
“¿Adónde?”
“Me voy a reunir con un compañero…”
“¿Lo ve? Justo ahora no
estaba siendo usted misma.”
“¿No?”
“No.”
“Entonces usted la conoce
bien, esta Christa-María Sieland. ¿Qué cree..? Lastimaría ella a alguien que la
ama por sobre todo? ¿Se vendería por arte?”
“¿Por arte? Usted ya tiene arte.
Ese sería un mal trato. Usted es una gran artista. ¿No lo sabe?”
“Y usted es un buen hombre?”
Aquí, Christa vuelve por amor
a Dreyman comprendiendo y confiando en las palabras de Wiesler, aunque más
adelante, cuando su carrera parte de su vida se ven amenazadas por la Stasi, quien
la atrapa porque Hempf delata su uso de medicinas ilegales por despecho, ella
piensa igual a Jerska cuando Grubitz le pregunta, “¿Qué hacen los actores
cuando no pueden actuar más?”
Hempf en el teatro
ordenando a Grubitz a espiar a Christa y Dreyman.
Hempf es
un gran ejemplo de un político grotesco que hace lo que se le antoje sin
importarle si daña a alguien. Su sed de poder y su debilidad con los vicios de
cualquier tipo ayudan a definir de manera más obvia la verdadera injusticia del
comunismo en que nadie puede hablar y la igualdad no existe. Me hizo evocar la
memorias incómodas de Hitchcock en “The Girl” con su actitud pedante y megalomaníaca que los hace sentir que pueden
apoderarse de lo que sea, como una mujer.
El primer
ejemplo verbal que tenemos, que nos da una ligera probadita apenas, sobre la
perversión y lo macabro del ministro Hempf es algo que le dice a Dreyman en la
fiesta para celebrar el estreno de su nueva obra.
“Pero eso es lo que todos
amamos de tus obras. Tu amor por la humanidad…tu creencia en que las personas
pueden cambiar. Dreyman, no importa que tan seguido lo digas en tus obras, ¡Las
personas no cambian!”
Esta primera frase de parte suya refleja
mucho de la superioridad y la completa desconsideración de este megalomaníaco,
aunque irónicamente establece el punto principal de toda la película: que
Dreyman siempre creyó que la gente cambiaba y justo el hecho de que Wiesler
cambia gracias a él hace la historia posible.
Dreyman
y Jerska
En esta
fiesta también se menciona a Jerska, que es el personaje que lleva a que se
desaten los acontecimientos de cambio en la vida de todos los personajes. Y a
pesar de su breve aparición, lo comprendí completamente y hasta casi sentí que
con lo poco que supe de él, lo conocí porque comparto parte de su pensamiento
(lo que no comparto es el suicidio, pero tampoco somos esa persona como para
saber qué tan dura es su vida). Su diálogo significativo es su última conversación
con Dreyman, “Pero tal vez este es el verdadero yo, no el viejo Jerska. Él era
amistoso y cariñoso, nutrido por éxito…todo gracias a la gracia de los
“pelucones”. Pero no me quejaré por mucho más. En mi siguiente vida, seré
simplemente un autor. Un autor feliz que pueda escribir lo que sea que quiera.
Como tú. ¿Qué es un director si no puede dirigir? Es un projeccionista sin
película, un molinero sin maíz. No es nada. Absolutamente nada.”
Palabras tan profundamente dolorosas pero
ciertas son las que inspiran la rebelión de la mayoría de los personajes. Y en
verdad comparto lo que dice; yo no podría vivir conmigo misma sino me dedicara
a lo que quiero. Y lo peor es que hay tantos que se ven obligados a abandonar
sus sueños, conozco muchos que sufren por eso. Y viéndolo así se justifica
mucho a Alfredo en Cinema Paradiso; tener que ser algo que uno no soñaba con
ser es casi como no ser porque se siente como si la existencia fuera forzaba e
imposible de gozar. Pero también está el segundo filo de la navaja, el hecho de
haberse quitado la vida con tanta gente que lo admiraba y amaba. No tenía su
trabajo, pero tenía personas con él, al contrario de Totó. Pero ambas cosas son
dolorosas; frustrante debió ser para Robin Williams que tenía ambas y aún así
no era feliz, aunque eso aún no justifica sus acciones. No puedo evitar decir
que hasta algún punto sentí yo estaba ahí, más que nada cuando los personajes
estaban de luto sobre Jerska.
Un gran contraste a estos dos personajes
en cuanto a actitudes o maneras de expresarse es el teniente Grubitz, que a
pesar de ser completamente fiel al gobierno, se muestra como alguien confiado y
demasiado seguro ante los demás por su status superior. Es un bromista y
aparenta desinterés, pero a la hora de la hora
cumple con sus deberes responsablemente. Esta combinación peculiar de
sarcasmo y firmeza se muestran perfectamente en estas frases: “¿Ya lo
olvidaste? Los jefes se sientan aquí. El socialismo debe comenzar en alguna
parte.” Esta declaración de Grubitz revela la cruda verdad de que los políticos
están bien conscientes de que predican el socialismo pero lo que practican es
despotismo. Obviamente esto lo sabemos todos, pero al escucharlo ahí, aunque
fuera ficción, me enojó tanto…
El resto
de los personajes son menos complejos pero igualmente importantes. Por ejemplo
Dreyman, quien a pesar de tener al arte como algo clave en su vida, es capaz de
hacer a un lados sus temores hacia el gobierno para expresar abiertamente su
crítica hacia lo extremista que es el gobierno con el arte, provocando así
suicidios en el rubro por no permitirles hacer lo que el arte ofrece, expresión
libre. Su artículo ilegal “Uno que cruzó al otro lado” que dice lo siguiente:
“En 1977, nuestro país dejó
de contar suicidios. Les llamaban “auto-asesinatos”. Pero no tiene nada que ver
con asesinato. No conoce sed de sangre, ninguna pasión ferviente, solo conoce
la muerte, la muerte de toda esperanza. Cuando dejamos de contar, solo un país
en Europa llevó a más personas a su muerte: Hungría. Vinimos después, la tierra
del “Socialismo Realmente Existente”. Uno de ellos es Albert Jerska, el gran
director. Es de el de quien quiero hablar hoy…”
Su atrevimiento, junto con
sus compañeros artistas, lleva a la luz de toda Alemania la verdad de la
opresión y depresión de sus habitantes con todo el peso del dolor. El lugar no
es solo gris por la vestimenta, los edificios, los autos y el clima, se ha
vuelto gris en las almas de ellos, pero los pocos que agarran el dolor y lo
transforman en una lucha por justicia hacen lo correcto, con o sin sacrificios.
Dreyman
escribiendo el artículo ilegal.
Él, a pesar de no haber apoyado nunca al
régimen, se mantenía bastante neutral, sabiendo que era lo correcto para poder
seguir viviendo su vida en paz mientras se dedicaba al teatro. Su aspecto es el
de un intelectual algo fino pero no extremadamente sobresaliente, contrastando
así con su éxito, ya que es identificado como el artista de teatro más fiel que
hay con sus obras tratándose de personas que sufren por el comunismo pero luego
ven el “gran beneficio” que brinda. Su estilo de vida es modesto y tranquilo
hasta que el régimen lo afecta de manera demasiado directa y fuerte; el
suicidio de Jerska por su inhabilidad de poder seguir dirigiendo obras marca su
conversión rebelde al buscar él expresar
esta injusticia y por fin cediendo a la influencia de sus amigos y usando su
arte para protestar. Lo genial del personaje en su compasión y amor, nos
convencemos de que ellos son reales y queremos entrar a la pantalla y
salvarlos, advertirles de alguna manera de lo que puede pasar.
|
Dreyman escondiendo su máquina de escribir. |
Al lograr comprender la situación
completamente y al enterarse que Christa traicionó a Dreyman, revelando la
ubicación de la máquina de escribir, la luz sobre su tez cambia y se vuelve
tenue como en el rostro del resto de los personajes y se decide a escabullirse
en el apartamento para deshacerse de las pruebas. A pesar de sus esfuerzos y
sus deseos de gritarle a Dreyman que él fue quien movió la máquina, no logra
salvar a ambos, ya que Christa se suicida. La escena en que Wiesler levanta a
Christa y la trata de confortar es bastante conmovedora y tierna. Su cara llena
de tristeza y culpa casi me lleva a llorar la primera vez por sentir el
remordimiento de él por haber ayudado a arruinarle la vida a esta pareja con
buenas intenciones. Y ver su postura tan rígida y temerosa cuando teme
acusaciones, que terminan enviándolo a la oficina postal para revisar correo
políticamente inapropiado. Su cuerpo luego expresa una sensación de rendición y
miseria completa, siendo sumido en la monotonía y manteniendo la culpa en su
mente. Su expresión de sorpresa total al escuchar de la caída del muro lo hace
ver como un reo que acaba de ser liberado de décadas de prisión. Su alivio
termina siendo total cuando ve el libro de Dreyman que fue dedicado para él ya
que sabe que ya conoce la verdad y que, a pesar de haber sido quien estaba
encargado de destruir sus vidas, intentó salvar a ambos.
La opinión
de Hempf se vuelve inválida después de tantas tragedias vividas por una
justicia, ya sea personal o general:
“¿No has escrito desde que el
Muro calló? Eso no es bueno. Después de todo lo que el país invistió en usted.
Aunque lo entiendo, Dreyman. ¿Sobre qué hay que escribir en esta nueva
Alemania? Nada en que creer, nada contra que rebelarse… La vida era buena en nuestra
pequeña república. Mucha gente solo se da cuenta ahora.”
No sabe
cuán erróneo es eso o tal vez, como para Dreyman, Alemania no vale mucho sin
Christa, claro que para cada uno por distintas razones.
Pero
Dreyman es recompensado al final con la satisfacción de que el haber creído en
la naturaleza bondadosa de los humanos no es un caso perdido con todos al darse
cuenta de que lo espiaron pero que quien lo vigilaba, alguien con código HGW
XX-7, no lo delató e incluso perdió su rango por cubrirlo. Por eso la escena
más satisfactoria de la película es como se culmina con el final tan emotivo a
pesar de su sencillez. El hecho de que hayan tenido un acuerdo mutuo en
silencio y también un aprecio y respeto por el otro a pesar de que Dreyman
nunca tuvo ningún contacto con Wiesler es algo maravilloso. Me imagino que así
se sintieron muchas personas, incluso en el Holocausto, al darse cuenta que
completos extraños arriesgaban su vida para salvarlos yendo en contra de la
norma social solo por ellos y por ser tan humanos.
Así que la frase de, “No, es para mí,”
con la que cierra la película Wiesler es tan simbólica porque no es solo que
compra el libro para él, el libro está dedicado a él. Su sonrisa de
satisfacción al saber que Dreyman continúa inspirado con su oficio gracias a él
y a pesar de haber perdido a Christa es algo que inevitablemente provoca una
sonrisa en uno también.
Este final es algo memorable que puede
significar mucho para otras víctimas de la Stasi aunque esta historia sea
ficticia, porque me imagino, o quiero imaginar, que otros oficiales también
tuvieron impulsos de piedad y cambios para bien aunque sea en el momento más
breve.
Espero puedan apreciar estas grandes
interpretaciones de Alemania Oriental para lograr pasar más allá de lo que piensan
de personas frías, obsesivas con el trabajo y los Nazis. Alemania, como todos
los países ha sufrido y luchado por superarse y estas actuaciones nos ayudan a
verlo.